martes, 7 de septiembre de 2010

Estúpidas y sensuales tarjetas de crédito




Las deudas en las tarjetas no se adquieren por obra del espíritu santo. Tú, amable lector, eres el único culpable de ese feo y rojo número en el estado de cuenta. Tú eres quien se pone esa ropa comprada con tarjetazo, sufres esa cruda de la mega fiesta pagada de igual manera, disfrutas el olor del instructivo del nuevo gadget de la manzanita que sacaste con el mexicanísimo método de muérase pagando.

Entonces, ahora te jodes. Tú te metiste en la bronca, tú sales. Hay mil métodos (bueno, unos seis) que puedes encontrar en internet para estructurar tu deuda y planear la manera en la que, a cuenta gotas, liquidarás el asuntito.

Lo más dificil de todo esto es la paciencia. Ok, ya te hiciste a la idea de que tu sueldo (que compite con el de los paqueteritos de Wal-Mart) no da para pagar al mes más que 1/1000 de la deuda, es entonces cuando debes sacar a lucir tu inquebrantable(?) paciencia. Mes tras mes religiosamente debes dar ese abonito tipo Elektra, marcando en la pared una rayita más como preso en Almoloya.

Bueno, olvidé mencionar que hay una opción mucho más sencilla. Si te pareces a Megan Fox o eres el doble de William "chúpese y demándese" Levi, siempre podrás casarte con un viejillo rabo-verde con muchos de los verdes en el banco (o viejilla, según sea el caso). Es cuestión de esperar a que la madre naturaleza haga lo suyo y listo, herencia mata deuda.


- Publicado usando BlogPress desde mi iPad que aún debo