martes, 17 de agosto de 2010

Deja de ladrar




Imagina a tu perro sentado a un lado tuyo en la sala. Cerca hay un ventanal, a través del cual se aparece un gato en la calle. Acto seguido, tu perro corre hacia el ventanal y le ladra al gato como si éste se hubiera comido la última croqueta del planeta.

El gato se marcha lentamente, como burlándose de don perro,
juraría que hasta va riendo. Cuando desaparece por completo, tu fiel mascota regresa a echarse a tu lado y sacar tiernamente su lengua, literalmente como si el felino nunca hubiera existido.

Tú no ves al perro aventando gruñidos de vez en vez cuando recuerda lo sucedido con el trinche gato, ni escuchando música emo abatido por la tristeza de la amarga experiencia, ni llora en tu hombro diciendo que todos los gatos son iguales. ¿Por qué? Pues por la simple y sencilla razón de que YA PASÓ.

Tenemos tanto que aprenderle a los animales.